La cadena de restaurantes IHOP anunció el cierre definitivo de su sucursal en Culiacán, afectada por la creciente inseguridad que ha golpeado a la ciudad desde septiembre.
IHOP, la popular cadena estadounidense conocida por sus panqueques, informó el cierre permanente de su restaurante en Culiacán, ubicado en la Torre Tres Ríos, frente a Plaza Fórum. La decisión se tomó como medida de seguridad para proteger a sus colaboradores, según lo comunicado a través de las redes sociales de la sucursal.
“El cierre de IHOP Culiacán se debe a la creciente inseguridad en nuestra ciudad. Esperamos que las circunstancias mejoren y que en el futuro podamos volver a encontrarnos”, señala el comunicado oficial.
Este restaurante había abierto sus puertas en 2019, formando parte de las más de 50 unidades que IHOP opera en México desde su llegada en 2008. Sin embargo, la empresa no detalló el impacto financiero de esta decisión ni el número de colaboradores afectados por el cierre.
Inseguridad y crisis económica en Culiacán
El cierre de IHOP refleja un problema más amplio en Culiacán, donde la violencia ha obligado a empresas y pequeños comercios a tomar medidas extremas desde que los enfrentamientos entre grupos armados aumentaron en septiembre de 2024.
De acuerdo con la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco Servytur), las pérdidas en ventas han alcanzado hasta un 70% en la ciudad. Grandes empresas como Grupo Coppel han implementado transporte seguro para sus empleados y limitado el horario de apertura de tiendas, mientras que cadenas como Oxxo han ajustado sus operaciones para garantizar la seguridad de su personal.

Laura Guzmán Torróngentegui, vicepresidenta de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera (Canirac), destacó que “los restaurantes de las grandes cadenas han cerrado sus puertas, mientras que los pequeños se esfuerzan por mantenerse abiertos”.
El caso de IHOP es un ejemplo de cómo la inseguridad afecta a la economía local, obligando a las empresas a replantear sus operaciones o, en casos extremos, a cerrar definitivamente. La situación plantea un desafío no solo para los negocios, sino también para las autoridades, que enfrentan la presión de restaurar la tranquilidad en Culiacán y evitar más pérdidas económicas.