El desabasto de combustibles que se volvió tema central de las conversaciones en distintas entidades del país, convirtió la gasolina en un producto muy preciado.
En Hidalgo, Tlahuelilpan, corrió el rumor de que una toma clandestina se había roto, por lo que pobladores del municipio, acudieron con cubetas, garrafones y barriles para recaudar un poco de gasolina que se regaba en la zona.
Hombres, en su mayoría, arribaron a la zona en donde el olor a gasolina era insoportable, incluso, algunas personas decían sentirse mareadas, sin embargo eso a otros no les importó.
Con la idea de obtener el preciado recurso de forma gratuita, arriesgaron sus vidas para recaudar el combustible; se cubrieron nariz y boca para sobrellevar el fuerte olor a combustible.
Ya ahí, algunos bromearon, incluso hubo quienes entre risas y la emoción de tener tanta gasolina en su poder, se bañaron en el explosivo líquido mientras lo recaudaban. Era una locura.
“Nos dijeron que era peligroso, pero se pusieron necios, ellos sólo querían un poco de gasolina para sus carros, la gente dice que eran huachicoleros pero no es cierto”, dijo un testigo de la zona que se dedica a vender barbacoa.
El ejército acudió al lugar, para tratar de persuadir a la gente y tal vez lograr que se retiraran del lugar, no lo lograron, fueron ignorados.
La gente pasaba frente a los uniformados con botes y bidones llenos de gasolina y otros vacíos, dispuestos a ser llenados. Los pobladores estaban cegados.
Por protocolo, los elementos del ejército no intervinieron, no podían generar un enfrentamiento en un lugar en donde ya se encontraban más de mil personas, algunas habían llegado de pueblos aledaños.
¿Necesidad, hambre o ambición? Aún no se sabe cuál fue la motivación que causó que cientos de personas decidieran arriesgar sus vidas e incluso las vidas de menores de edad que también se encontraban en la zona.
Al caer la noche, sucedió la fuerte explosión en donde aún se encontraban decenas de personas, entre ellas mujeres y niños.
Gritos de angustia y dolor se apoderaron del lugar, esa alegría que había reinado horas antes, ahora se había convertido en un ambiente lúgubre, muchos pobladores habían perdido a sus familiares por un acto de negligencia.
Hoy llenos de rabia y frustración, buscan a un culpable que seguramente jamás encontrarán, pero queda una lección: las vidas perdidas ya no se recuperan.